Natalia es la elegancia en persona. Es la mujer a la que a mi me gustaría parecerme. Pero ya voy tarde, así que simplemente me encanta disfrutar de ella. Y además de eso, me he empañado en hablar de ella a todas mis #PersonasBonitas Y, claro, mucho estaba tardando ya en aparecer en #HoyBrilla.
Sabe todo sobre educación, sobre jóvenes y sus procesos de crecimiento y maduración a todos los niveles, pero especialmente en el área afectivo sexual. Su conocimiento y experiencia sólida acompañando a jóvenes y la forma de comunicar con ellos y con sus familias hacen que Natalia esté camino de ser referente nacional en esta temática. Ella me está leyendo horrorizada esto, lo sé. Y también sé que estará aún más cerca de ese objetivo cuando consiga soltar algún gramo más de perfeccionismo. Son muchas muchas las personas a las que acompaño que sufren sus efectos. Yo misma tuve que darle unas buenas patadas hace años. Nos lo explica de una forma increíble y sobre todo, de una forma IMPERFECTA. Porque la perfección no existe, pero lo que ofrece resultados potentes es la búsqueda de la excelencia. Perseguir la idea de hacerlo lo mejor posible, con los recursos a tu alcance y en el tiempo disponible. Dando lo mejor de ti, porque las personas no te quieren perfecta te quieren a ti. Y a todo lo bonito que tenemos por darle al mundo.
La imperfección del perfeccionismo por Natalia Baircáztegui
No puedo explicar la ilusión que me hace esta invitación al corazón de Elena Arnaiz. En cuanto me conoció, con la capacidad intuitiva que caracteriza a Elena, me dijo:
“Natalia, en cuanto sueltes kilos de perfeccionismo, podrás despegar”.
No os puedo explicar el rayo que atravesó mi cuerpo. “Nadie es perfecto”; “lo perfecto es enemigo de lo bueno” (Voltaire); “es necesario aprender de los propios errores… Son frases que el perfeccionista ha oído cientos de veces y las entiende, pero considera que son válidas “para otras personas”. Mantiene la creencia de que se puede alcanzar la perfección y cualquier cosa que esté por debajo de ese ideal “no es aceptable”.
Yo siempre había pensado en el perfeccionismo como algo positivo, pues tenemos una inclinación natural a hacer las cosas cada vez mejor. El esfuerzo por una superación contante en busca de la excelencia me parecía algo loable. Y lo es. Pero esta virtud puede transformarse en un comportamiento neurótico cuando la búsqueda de la perfección se convierte en una obsesión. En el punto medio está la virtud.
Cuando leas estas líneas vas a comprobar que todos tenemos cerca algún perfeccionista o quién sabe, puedes descubrir en ti, alguno de sus rasgos más característicos.
El “Síndrome del Perfeccionista” o “Anancástico” es una de las conductas limitantes más extendidas.
Pero cuando a un perfeccionista le dices que tiene que dejar de serlo, “entra en pánico”. ¡Su coraza le da seguridad y no está dispuesto a soltar la herramienta que le permite (esa es su creencia) “hacer las cosas bien”! Le resulta tranquilizador saber que al saboteador no hay que eliminarlo, sino transformarlo. El perfeccionismo tiene muchos aspectos positivos que podemos (y debemos) aprovechar para obtener grandes logros (capacidad de análisis, gran sentido de la responsabilidad; compromiso; eficiencia; perseverancia; voluntad…); pero hay otros aspectos muy perjudiciales para nuestra personalidad, e incluso para nuestra salud física y mental, y hay que aprender a gestionarlos (estrés, ansiedad, sentimiento de fracaso a pesar de hacer las cosas bien…).
Lo importante es tomar conciencia del problema, asumirlo y querer cambiar.
¿Cuáles son los rasgos más característicos de las personas perfeccionistas?
El nivel de exigencia consigo mismo y con los demás es altísimo y sus objetivos y metas muy elevados.
Pese a las excelentes cualidades que pueda poseer y el prestigio entre los que le rodean, el anancástico sigue temiendo fallar. Su excesivo nivel de exigencia le hace considerar un fracaso todo aquello que no roce la perfección. No contempla posturas intermedias y considera que las cosas o se hacen bien o no se hacen.
Esos objetivos tan exigentes impiden disfrutar de las acciones y la frustración es constante al no alcanzar tan elevadas metas.
Temor al fracaso
Necesita el éxito personal, lograr sus metas, lo que le provoca un fuerte temor al fracaso, a no alcanzar los objetivos deseados.
Resalta siempre lo negativo
La búsqueda de perfección dificulta aceptar los propios errores. La AUTOCRÍTICA es constante y tiende a resaltar y engrandecer los aspectos negativos.
La alegría le dura poco
Al perfeccionista, cuando tiene un reconocimiento por su trabajo, la alegría le dura poco. Siempre aparece el saboteador para indicar susurrante que: “podía haber estado mejor”.
Su autoestima queda herida de muerte
Lo más duro es que el perfeccionista tiende avalorarse en función del esfuerzo realizado y del logro de sus propias metas. Los errores no se ven como una oportunidad de crecimiento personal sino que generan sentimiento de fracaso y culpabilidad. La AUTOESTIMA queda herida de muerte.
“Debería de…” y “tendría que…” ¿te suenan?
Un gran SENTIMIENTO DE RESPONSABILIDAD carga al perfeccionista de un sinfín de “debería de” o “tendría que ” que desplazan otros asuntos indispensables en su vida, pero que no los ve prioritarios en el logro de sus objetivos: el sueño, el descanso, las relaciones sociales, el ocio, la familia…
El elevado coste del perfeccionismo
El Perfeccionismo tiene unos COSTES MUY ELEVADOS en términos de salud física y psíquica (cansancio, ansiedad, estrés, desorden obsesivo-compulsivo, depresión, baja autoestima) en la productividad laboral, en las relaciones afectivas… ¡Es tan cansada en ocasiones esta forma de vivir!
- Para evitar el error o contratiempo, se realiza una comprobación excesiva del trabajo que puede disminuye su productividad por exceso de análisis, al caer en un PERFECCIONISMO PARALIZANTE.
- Es frecuente PROCASTINAR CIERTAS TAREAS porque se considera que no le salen tan bien. ¡No es pereza es temor!
- Es agotadora la necesidad de CONTROLAR AL MÁXIMO las situaciones que deben afrontarse para evitar contratiempos. Al perfeccionista le CUESTA DELEGAR pues no se fía de que los demás sean capaces de cubrir sus altos niveles de exigencia.
- Necesita de forma constante la APROBACIÓN DE LOS DEMÁS. ¡Y no por vanidad! El perfeccionista siente que se espera demasiado de él y teme defraudar. Por este motivo resulta muy difícil aceptar la crítica de los demás. El anancástico valora tan poco sus capacidades y logros personales que necesita la aprobación de los demás para no frustrarse.
El perfeccionista ¿nace o se hace?
- Genes y educación participan en la formación de un perfeccionista. Además de la genética, se aprende en la infancia y se refuerza en la adolescencia. Las causas pueden ser muy variadas:
- El reconocimiento y el elogio que recibía de las personas cercanas cuando hacía las cosas bien, puede llevarle a basar su autoestima en esos factores externos.
- El excesivo autoritarismo de los padres.
- Imitar, a unos padres o hermanos “perfectos”.
- Una presión ambiental en la que todo conduce a una imagen perfecta.
- Sentimiento de inferioridad que trata de compensarse con un comportamiento excelente.
¿Qué hacemos para decir adiós al perfeccionismo?
- La búsqueda incesante de eficacia agota y es necesario obligarse a incluir en la agenda un tiempo destinado al descanso y al ocio.
- Aprender a quererte no por lo que haces, sino por lo que eres. Y empezar a mimarte, sin exigirte. (No puedes vivir sin ti Elena Arnaiz))
- Sustituye el “tengo que” por el “quiero”. Empéñate en ser feliz, no perfecto.
- Sé consciente de que siempre va a haber críticas, por lo que hay que empezar a tomárselas como una oportunidad de mejora. (No te des tanta importancia Elena Arnaiz)
- Es importante relacionarse con los demás para compartir inquietudes y redimensionar problemas.
- Esfuérzate en PASAR A LA ACCIÓN. Empieza YA, y permítete los errores comprobando que NO PASA NADA y que son necesarios para aprender. No esperes a que todas las condiciones sean perfectas para empezar.
- Aplica la Ley de Pareto. Esta Ley dice que con el 20% del esfuerzo se genera el 80% de tus resultados. Trata de identificar ese 20% de tus tareas que generan el 80% de tus resultados y gasta en ellas tus energías.
Trata de mirarte desde fuera y pregúntate:
¿Realmente importa tanto si no llego a lo que pretendo? ¿Qué es lo peor que podría pasar?
La felicidad no es llegar a una meta sino aprender a disfrutar del camino.
Quiérete mucho y disfruta el camino!,
En su página web podrás disfrutar de Natalia y de todo lo que aporta al mundo de la educación, de los jóvenes, del desarrollo afectivo-sexual. Increíble el trabajo que está haciendo y el valor que aportan sus formaciones y conferencias basadas en muchos años de experiencia con jóvenes.
Fantástico y valiente artículo. Además todos tenemos algún nivel de perfeccionismo y por tanto nos hace bien el artículo. Creo que es un de las causas de que nos encontremos mal cuando todo nos va bien. Elena, Natalia siempre me habla maravillas de ti.
Es que Natalia es pura generosidad. Muchísimas gracias Manuel por tu feedback y por tu generosidad. Feliz de haber recibido tu visita por aquí 🙂