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Ese callejón tiene salida: pon tu talento en acción

En todo esto de la búsqueda de empleo, del camino a trabajar en aquello en lo que eres bueno, se repite muchas veces la misma historia.

No encuentro la salida” me dices. No sé hacia dónde ir ni qué hacer.

Mi cerebro traduce todas las palabras en imágenes mentales, en películas. Y les pongo escenario. Bien recreado. Así que, como a mi misma me he visto en un callejón sin salida unas cuántas veces, cuando te lo escucho decir a ti, no puedo evitarlo. Te veo tal cuál así (araña colgando incuida)

Callejón

Algunos síntomas de permanecer mucho tiempo en el callejón

  • Estancamiento
  • Ganas de dejarlo todo.
  • Desidia.
  • Asfixia.
  • Inseguridad.
  • Sensación de que todo el mundo es mejor que tú.
  • Sensación de que a todo el mundo le va mejor que a ti.
  • Creencia de que no vales para nada. O para poco.
  • Justificación de tu situación con argumentos basados en “algunos” hechos reales (“no hay trabajo”, “hay crisis”, “hay pandemia”, “tengo años (pocos o muchos), tengo un género, una procedencia, etc)

¿Qué nos ocurre si permanecemos mucho tiempo en un callejón que percibimos sin salida?

Alguna vez has sentido una sensación parecida a esto. Seguro.

¿Cómo he acabado en este trabajo?

¿Por qué llevo años asfixiado en una situación profesional que me está haciendo tanto daño?

¿Por qué siento que nada me llena, que estoy vacía?

¿Por qué estoy en esta especie de callejón sin salida, frío, oscuro y feo?

Podría reproducir con los ojos cerrados y sin equivocarme mucho la primera llamada de contacto que me hacen mis clientes para explicarme su situación. A muchos de ellos los veo en un callejón, sin salida. Alguno de ellos me lo verbaliza tal cuál.

  • No veo la forma de salir de esta situación. Veo muchas opciones pero no sé cuál elegir. Ni me siento con fuerzas para hacerlo.
  • Sé lo que tengo que hacer pero no sé como ir a por ello, además ya estoy mayor, o de lo mío no hay, o es que en dónde vivo no hay tantas alternativas o… (añade aquí tu excusa favorita).
  • Ya llevo tanto tiempo aquí que siento que no seré capaz de moverme pero solo sé que estoy triste, con desgana y sin ilusión. Y así no puedo seguir.
  • ¿Qué dices que es eso del propósito? ¿Qué para qué me levanto? Madre mía, para sobrevivir… ¿Disfrutar de lo que hago? Si ni siquiera siento que valga para algo realmente útil o que aporte un valor concreto.

¿Qué hacemos para salir de ese callejón?

Cuando les pregunto que han intentado hacer para salir de ahí, las respuestas suelen coincidir también. Se categorizan en dos grupos:

  • Nada: se resumen en cualquiera de estas variantes o todas juntas “he pensado mucho pero no he hecho nada, quiero hacer pero no puedo, me he quejado mucho pero no he hecho absolutamente nada”.
  • Poco: he enviado CV, he contactado con antiguos colegas o clientes.

Recogemos las consecuencias de nuestras acciones. A lo mejor no en la medida que esperamos, pero en general, recogemos consecuencias de nuestras acciones: resultados.

Las consecuencias de no hacer nada son claras, quedarnos cómo estamos pero con más frustración y sensación de indefensión (haga lo que haga no sirve de nada).

Las consecuencias de hacer poco es que siempre escogemos acciones de visibilidad (las más bonitas y más fácilmente reproducibles precisamente porque las vemos en otros) que requieren de un trabajo previo muy exhaustivo. Y salir del callejón pasa, imprescindiblemente, por crear, construir y ordenar tu espacio de desarrollo profesional.

Cuando estás en el callejón no estás en disposición de atender clientes, igual que no atenderías a alguien a las 3 de la mañana cuando estás en tu cama y en pijama, no tiene sentido alguno que cuando “no estás visible” te lances a la venta de tu candidatura o de tus servicios o a la apertura de tus redes social sin estrategia ni criterio alguno.

Quizás este sea uno de los efectos más engañosos y dañinos de esta situación. En una situación en la que no estoy para salir fuera aún, hago un intento de lo que “se supone que tengo que hacer”, lo hago y ¿adivinas? no obtienes resultados. Como era completamente de esperar, no estabas ni preparado ni tenías las herramientas ni los deberes hechos. Así que vuelves de nuevo a tu callejón para lamerte las heridas y ahora quejarte con nuevos argumentos: – “¿ves?, ¿ves?” te repites. “¿ves cómo no sirve para nada?” 

¿Soluciones, por favor?

Voy, que lleva su tiempo. Por hoy, solo tomar consciencia. Solo entender que cuando llegas a esta situación, llegas fruto de un montón de acciones repetidas en el tiempo que se han instaurado en tus costumbres, en tus creencias y en tus formas de relacionarte y el primer paso es ponerle cara. Le ponemos cara e incluso imagen mental. Imagina como es tu callejón, más o menos luz, más o menos solo, más o menos tiempo, más o menos “basura” emocional por ahí molestando, más o menos creencias que te dificultan salir de ahí, pero visualízalo, acéptalo e ilusiónate con la idea firme de que vas a salir de ahí. Pero esta vez sin atajos. Esta vez con criterio, con orden, con estrategia y con ilusión.

¿Tienes que salir del callejón? Sí, cuánto antes.

¿Hay atajo? No, y además, cuántos más atajos cojas, menos resultados obtienes y peor feedback y más bajará autoestima y más negro se te va a poner el callejón.

¿Hay opciones? Sí, ordenar y construir tu espacio de desarrollo profesional.

¿Iniciamos las obras? Yo lo estoy deseando.

Pero para eso necesito ver brillar tus ojos como la mirada de un niño cuando aún nadie le ha explicado que era difícil, que no se podía, que no iba a ser capaz. Esa mirada. La tuya cuando no tienes miedo.

¿Ves esa puerta? Spoiler: En la realidad, la salida es por la entrada. Por la entrada de esa puerta que raras veces nos atrevemos a abrir. La tuya, la que te lleva directamente a ti.

Callejón Pon tu Talento en Acción

Vuelvo pronto. Coge aire. Que lo vas a necesitar.


Si quieres ir viendo lo que te queda por delante…