Yo no me vendo y espero que tú tampoco.
Yo no me vendo. Alto y claro. Estoy por hacer un hashtag, porque el tema lo requiere: #yonomevendo.
No tengo ninguna necesidad de venderme, ni quiero, ni soy un producto. Y como yo no soy un producto, yo no me vendo.
Pedirle y/o sugerirle a alguien que se venda es delirante. “Yo no me vendo”, te dirán con toooooda la razón de mundo. Yo tampoco. Creo que es imposible decírtelo más veces en menos tiempo.
Otros muchos, en este mercado laboral tan salvaje en el que nos encontramos, pondrán cara de pena y dirán: “imposible, ¿cómo me voy a poder vender?” Y yo me muero de pena cada vez que llegas a mi así. Tan perdido, con tan poca sensación de control. Y hoy quiero poner mi pequeño granito de arena para empezar a remediar esto.
Nos perdemos en los conceptos, los distorsionamos. Les hacemos perder su esencia y su relevancia. Y los profesionales de la orientación, del desarrollo de personas tenemos que ser muy pulcros con los conceptos que empleamos y con la base teórica que se sustenta detrás de nuestras frases. Huyo corriendo despavorida de los profesionales que invitan a otros a venderse. Y tu deberías. Siento ser tan cruda, pero no hemos entendido nada si seguimos pronunciando este tipo de afirmaciones.
En alguna de mis charlas y formaciones en las que abordo el tema de la marca personal siempre ha habido alguien que ha alegado una versión excesivamente “mercantilista” del concepto. Especialmente cuando hablamos de la visibilidad y de la analogía con el marketing. Cuando escucho a muchos de mis colegas decir: aprende a venderte bien, 10 claves para venderte mejor a través de tu perfil de LinkedIn o a muchos de mis clientes y alumnos muy preocupados decirme: es que no sé venderme se me ponen los pelos como escarpias y les tengo que dar a la razón a quiénes protestan en esta línea.
Creo que algo estamos haciendo mal. Y desde mi visión profundamente humanista del desarrollo quiero compartir contigo estas ideas. Espero ser capaz de explicarme bien porque es muy importante para mi.
Tus competencias profesionales son tu producto. Tú no eres un producto
Y esto requiere un trabajo brutal de investigación personal para saber qué es lo que sabes, qué es lo que sabes hacer con todo eso y la forma particular en la que tú lo llevas a cabo.
Y por encima de todo eso, tu producto es la forma particular en la que resuelves los problemas de tus clientes/empresas o mejoras sus vidas en alguna medida. Esa es tu propuesta de valor y a esa es a la que hay que darle visibilidad. Y por esa es por la que puedes (y debes) pedir un precio (bien sea en forma de nómina, de facturas o de sonrisas en el corazón, cada uno lo que busque)
Investigar cuál es esa propuesta de valor es todo un fascinante y muy duro proceso de autoconocimiento.
Para definir nuestra propuesta de valor hemos tenido que ser capaces de definir qué necesidades satisface. A qué personitas les mejoramos la vida.
Por tanto, comunicar en qué medida nuestra propuesta de valor resuelve necesidades de nuestros clientes (empresas o particulares) es fácil. Y si a ti no te resulta fácil, al menos es entrenable. Y para avanzar en nuestro desarrollo profesional necesitamos tener este proceso muy muy muy muy entrenado. Mucho. Ya no hay excusas. Acción.
Resumir todo este complejo proceso en un… “aprende a venderte bien” es muy reduccionista. Mucho.
Si no hay acción no hay talento. Y, por tanto, no hay producto.
Si te pido que te vendas tú estoy asumiendo que el talento en sí mismo existe, es atractivo y susceptible de ser comprado. Pero hoy sabemos que talento es inteligencia triunfante. Inteligencia en acción (gracias José Antonio Marina por esta definición). Por eso me desgañito diciendo que tu talento es lo que haces. No es lo que tienes, no es lo que dices que haces. No es lo que se queda en tu cabeza y en tus ideas. Es lo que realmente haces y si me lo pones en un escaparate bonito para que lo pueda ver mejor. Y si además puedo ver una muestra de tu trabajo, mejor que mejor. Y por eso no es válida ni útil ni ética (dicho sea de paso) la idea de venderte tú. Sólo necesitas “vender” lo que haces.
Cuando el producto eres tú, el producto se acaba muy pronto. Y tú también.
Si el producto eres tú, no hay propuesta de valor. Tú capacidad de resolver problemas, tú mejora de la vida de los demás, tú capacidad de maniobra, de innovación y de renovación es muy limitada. El fenómeno conocido en la industria musical o cinematográfica como “juguetes rotos” o de los “youtubers venidos a menos” va un poco en esta línea que te quiero transmitir. Algunos perfiles en redes sociales que entienden que su uso, presencia y búsqueda insaciable de likes en la red son el fin en sí mismo y no el canal están en esta misma tesitura. Ojo que de esto abunda y mucho. Y, al fin y al cabo, Belén Esteban sólo hay una. Creo que me he explicado bien.
Yo no me vendo. Vendo mis competencias profesionales y le doy visibilidad a mi propuesta de valor.
Y esto me da libertad, desarrollo, margen de maniobra, posibilidad de mejora, contenidos claros en todos mis canales de comunicación (los analógicos y los digitales) y destinados a hacer memorable y accesible mi propuesta. Es decir, me permite centrarme en lo único que realmente importa y en lo que está bajo mi control. Porque atención al siguiente punto… (redoble de tambores)
La venta es la consecuencia lógica.
Mira, hace años yo te hubiera dicho que no sé vender. Es más te diría que “es imposible” si me llegas a insinuar que tenía que vender lo que yo misma hago. Y todo este post surge de un tuit que mi querido Guillem generoso e inspirador como nadie me escribía hace poco.
Guillem tiene razón. Soy una buena vendedora. Porque hago muy bien todo lo anterior. Antes vivía equivocada. Y vivía limitada, por tanto. Mi problema no es que no supiera vender. Mi problema es que yo no sabía qué problemas solucionaba. Mi problema era que yo no sabia definir qué es lo que yo hago bien. Lo que hago realmente bien. Y si lo sabía no me lo creía, que para el caso… patatas (expresión de mi madre que me encanta) Y, para colmo, mi problema es que no sabía quién podía comprar eso que yo hacía.
Cuando trabajas bien y muy duro en el proceso, en todos estos pasos de autoconocimiento que están bajo mi control y que son mi responsabilidad, la consecuencia lógica es la venta. Has detectado quién tiene una necesidad, conoces a la perfección tu propuesta de valor, te hartas de enseñarla por tierra, mar y aire y das muestras gratuitas de tu trabajo. Si pones en práctica muchas veces este mismo proceso, la consecuencia lógica es la venta. Así que ¡voilá! Resulta que yo no te tienes que encargar de vender, porque ese es el resultado. Sólo (casi nada) te tienes que centrar en los pasos anteriores de los que estamos hablando. Enhorabuena, esto está al alcance de todo el mundo.
Dejate de pensar en vender y busca la manera de identificar tu talento, llevarlo a la acción y darle toda la visibilidad para que llegue a las personas que lo necesitan. Y estas estarán deseando comprartelo. Y aquí sí, en este punto disfruta del resultado. Si haces bien lo anterior, llega sí o sí.
*Esta diferencia proceso/resultado la explica como nadie David Barreda. Hay un antes y un después en mi vida profesional después del día compartido (ponencia BRU TAL incluida) en Avilés con él, aunque él aún no lo sabe. Síguelo. A dónde vaya y en dónde esté.
Hay gente que vende bien (y consigue sus objetivos profesionales) porque trabaja duro en el proceso y en la esencia y hay gente que venda mal (y no consigue sus resultados) porque pone el foco en el resultado y en los aspectos periféricos (como la imagen y la visibilidad antes de tener el esqueleto)
No te vendas. Porque tú… tú no tienes precio.
Tú eres único y diferente por ti y en ti mismo. Sólo es necesario que te conozcas, que te reconozcas, que te valores, que te ames. Que identifiques tu regalo, el regalo que tienes para los demás y que lo lleves a la acción. Que lo enseñes. Cuántas más veces y en cuántos más medios, mejor. No te vendas. Tú no. Pero si lo que haces. Trabaja duro, muy duro en todo esto que te pido.
¿Son motivos poderosos verdad? Sé que en algún punto has pensado, joer Elena, no te pongas tan finolis. Sólo es una forma de hablar. Pero no. Es importante. Determinante más bien. El lenguaje determina los planes de acción que eres capaz de llevar a cabo (o que planteas con tus clientes) La base teórica que hay detrás, determina todos tus conocimientos sobre desarrollo profesional; así que sólo me queda preguntarte…
¿te unes a mi #yonomevendo y nos ponemos las pilas para pasar a la acción y trabajar como leones para conseguir y celebrar resultados?
Yo no me vendo. ¿Y tú?
Hola querida Elena! Lamentablemente las únicas personas que realmente se venden son prostitutos y prostitutas, y posiblemente porque no hayan encontrado otro modus vivendi. Exponemos nuestras fortalezas concentradas en una propuesta de valor. Si es muy potente y se vende sola, lo llamaremos “inbound marketing” o marketing de atracción. Si necesitamos apoyarlo con medios de pago, lo llamaremos marketing personal. En otras palabras, en el primer caso no vendemos, provocamos que nos “compren” y en el segundo, vendemos el productos de nuestras competencias y propuesta de valor. Gran post, amiga, como siempre. Bss.
Guillem
Y gran matización, aporte, diferenciación. Y gran creatividad, como siempre. Estuve a punto de poner la primera frase que tu señalas, pero chico, tú eres fino. A mi que quedaba la frase soez le diese las vueltas que le diese. Qué le vamos a hacer! 😉 Millón de gracias, que alegría es tenerte siempre cerca! un abrazo gigante!!
He disfrutado leyendo este post. Promete riqueza
Que bonito Rosa!! Me gustan muchísimo tus palabras! Gracias por leer y por comentar. Y por pasarte! Por todo! jajaja
Elena, Felicidades por tu post, artículo como quieras. Yo tampoco me vendo, y cada vez que un jefe me lo decía me envenenaba, unido a tenéis que enamorar.
Un saludo, Maribel
Ufff, cómo te entiendo Maribel!! Y con el enamoramiento pues pasa exactamente igual. Eso es una consecuencia de hacer las cosas maravillosamente bien. Imagina mi lucha con todos los que se dedican a captar y retener talento… Como si de un Sendero Luminoso se tratará. Tengo escrito algo en esta línea. Cuando lo pula un poco, lo publicaré. A ver qué te parece 😉 Un abrazo y gracias por no venderte! jajajaja
No me vendo, ayudo a las personas a conseguir sus objetivos
Genial tu propuesta de valor Marga! Muchísimas gracias por comentar!!
En el momento que la sociedad laboral se vuelve tan rígida a través de sus filtros impone un “molde” a los candidatos en el que tienen que encajar y no da lugar a la diferenciación. De aquellos barros, estos lodos. La gente hace lo imposible para alcanzar ese puesto de trabajo y si se tiene que “disfrazar” de otro para entrar en el molde lo hará, y aquí entramos en las habilidades teatrales de cada uno.
Y ese concepto ahora te choca porque es totalmente opuesto a la revolución digital, a la personalización, a los valores.
Pero me temo que hasta que no alcance esta revolución a RRHH mucho de esto seguiremos viendo.
Así es Aitor, tenemos que iniciar el cambio por algún sitio. Y mi propuesta es iniciar por nosotros mismos. Agarrar bien fuerte las riendas de nuestro desarrollo profesional y marcar el camino. Pero desde adentro, sabiendo bien que tenemos y qué queremos conseguir con ello. Todo un reto por delante y lo que es más importante, bajo nuestro capacidad de respuesta. Sigamos promoviendo el cambio 😉 Mil gracias por comentar y por tus aportes!
Gracias por el articulo! Hasta hace 5 minutos pensaba en como venderme, ahora entiendo porque… falta de autoconocomiento. Gracias por tu aportacion!
Que bien que te haya llegado mi reflexión Sergio, mucho ánimo con en esta apasionante fase del autoconocimiento 😉
Hola! Creo que me gusta más ser prestador de servicios, ya que hace esa diferenciación entre sujeto y objeto (tu y lo que sabes hacer, que sirve a los demás).
interesante reflexión Isaías! Mil gracias por pasarte por aquí y por comentar! Muy feliz día!
Voto por la puesta en marcha de ese hashtag pero ya #Yonomevendo Olé por el post. Me ha encantado.
Que bien Eva!! Me encanta que te haya gustado y que le demos cañita al hashtag jajajaa Un abrazo guapa!
Hola Elena, me a encantado el articulo y gracias por abrirme los ojos. De ahora en adelante voy a centrarme en vender lo que hago y me apasiona y espero tener resultados como los que comentas. De nuevo gracias. Un cordial saludo.
No sabes lo identificada que me he sentido al leerte Elena, estoy cansada de escuchar que lo más importante para mi futuro es saber venderme y estoy cansada de contestar que yo no me vendo, que en todo caso lo que vendo es mi profesionalidad. Qué manía con querer convertir a las personas en productos!!
Magnifica publicación, directa a la diana.
Hola Elena. Muy buenas reflexiones, un post lleno de ideas y realidades que ayudan e inspiran. Gracias.
Cómo siempre, leerte es un soplo de aire fresco. La clave de todo es el autoconocimiento como bien dices Elena, y no puede quedarse solo en reconocerse en el plano mental y emocional, sino en el de la acción. Convertir nuestros valores, habilidades y experiencia en acciones que hablen por sí solas de nuestras competencias. La venta es consecuencia, genial!