“Por si las voces vuelven” una reseña más del regalo que @angelmartin_nc hace a la #Psicología
Un día tocas fondo. Haces crack y todo vuelve a empezar.
A él le toco ordenar voces. Le pasó a él, mañana me puede pasar a mi y pasado a ti.
Después de ese crack, los síntomas, lo que se manifestó en su caso, fue muy florido. Muy llamativo. Es fascinante. Brote psicótico.
¿Dónde está la línea que separa la locura y la cordura? Y, sobre todo, ¿quién la marca?
Él, cuando empezó su recuperación tuvo que poner orden varias de sus voces, alguna de ellas era la del mismísimo Universo, algún que otro Dios… lo normal en estos casos. Es fascinante escuchar su relato en primera persona, tan desde adentro. Tan de verdad.
Pero no está solo en la lucha por poner orden.
Otro, que más de quién, podríamos ser cualquiera de nosotros, en su particular proceso de recuperación, anda a vueltas con la voz que le dice que no sirve para nada. Que estar aquí ya no merece la pena. Que qué pasaría si un día no toma la curva cuando vaya conduciendo.
Al de más allá, su voz le dice que debería vomitar eso que acaba de comer. O que la única forma de sentir que tiene el control en alguna parcela de su vida es pasar la mayor parte posible del tiempo sin comer. O la del otro que le dice, dile que sí a la primera persona que te preste atención porque estamos dispuestos a soportar cualquier cosa antes que estar solos.
Otro más, tiene que parar la voz que le dice: “cuenta todas las líneas de azulejo que veas”. “Lávate las manos una vez más”. Otro, la voz que le dice: “no revises más ese texto, ya está, dale a enviar” pero vuelve. Una vez más.
Otro, lucha para dejar de postergar y acallar la voz que le dice, venga un poco más con el móvil y luego me pongo.
Lo más duro no fue estar loco, lo más duro fue volver a la cordura
En la base, no hay tanta diferencia entre la lucha de una y de otros. Poner en orden tus pensamientos, las voces con las que te hablas.
Y si no tomas consciencia hoy y en cada momento de cómo te hablas tú, si lo dejas pasar mucho tiempo, si no lo hablas con nadie, si normalizas llorar cada día, estar sin energía, o sentir dolor en tus entrañas, si no estás atento a las señales… un día, crack, se te va.
Y los síntomas tomarán formas diversas, con diagnósticos y tratamientos diferentes, pero con una base no tan diferente y con una característica común: dolor casi casi insoportable en todos los casos. Para la persona implicada y para su sistema familiar y social más cercano. Sistema y contexto que condicionarán de una forma tremenda las posibilidades de tratamiento, recuperación y de acción (y esto jamás se nos puede olvidar si queremos hacer una intervención mínimamente decente)
¿Que día exactamente es áquel en el que “lo normal” empieza a ser disfuncional?
Y el drama es que crees que todo empieza ese día. Pero no. La cosa viene de muy muy largo.
Cuidar tu mente es cuidar tus pensamientos. Elegir de forma constante a cuáles de ellos les damos voz y cuáles no. Y actuar en consecuencia. Con acciones, dentro de nuestro contexto y nuestras posibilidades que nos beneficien.
Recuperarse y/o mantener en orden tu mente es hacer esto de forma consciente y con toneladas de esfuerzo hasta que lo conviertes en automático y sustituyes a tus viejos (y dañinos) patrones de pensamiento.
NOTA 1: Los “buenos” psicólogos tienen que ser capaces de ayudarte a poner en orden esos pensamientos, a “escoger voces” que te beneficien y a planificar las acciones que vas a llevar a cabo para que te sientas mejor teniendo en cuenta tu contexto, tu situación y las dinámicas de relación que se establecen con tu entorno. Los psicólogos excelentes hacen este abordaje sistémico. Y, por último, (y esto es consejo personal) en los que debes de invertir tu dinero, son aquellos que además de todo eso, son buenas personas.
¿Cómo puedo empezar hoy a cuidar mi salud mental?
Cuidar tu salud mental es cuidar tu cerebro, dándole sueño reparador, dejándole sin hacer nada mínimo una vez al día, haciendo cosas agradables que suben de forma natural lo que, como no te encargues tú de hacer, te dan en forma de pastilla (y te aseguro que parece lo mismo pero es realmente diferente).
A veces, cuando tu mente ya no puede más, es importante que las pastillas te suban esos niveles de forma artificial para que puedas hacer. Como llevas tanto tiempo sin saber qué hacer, la psicología clínica se encargará de diseñar para ti las acciones que más te beneficien, y tendrás que ser riguroso con su cumplimiento para que te funcione. El tratamiento farmacológico te funcionará SOLO si haces. Si no, tu cerebro se acostumbrará y vueeeelta a empezar. Pero esta vez con los efectos secundarios de tomar las pastillas para aumentar el festival.
La frase con la que Ángel Martín finaliza cada día su informativo matinal, es: “ale, a hacer cosas”. No es baladí, no.
NOTA: Cuidar tu salud mental implica, necesariamente, NO DROGARTE. Así, en general y con mayúsculas. Más droga (incluyo, por supuesto, alcohol), más riesgo. Tú decides, como en todo. Yo tomó sidra y vino. Y cerveza. Ese es el riesgo que estoy dispuesta a asumir. Y patxarán de vez en cuando. Me gusta vivir al límite :P. Sé que no es bueno para mí, sé el efecto depresor del alcohol en mi cerebro y sé de su contribución al exterminio neuronal (es que se carga un montón) y aún así, decido consumir esas sustancias y esas cantidades. Háblate así con todas las que tomes, no minimices su importancia ni te hagas trampas al solitario que estamos ya muy mayores.
Angel Martín ha escrito el libro de psicología aplicada más bestia de los últimos tiempos. Y en su genialidad, tal vez, ni sea consciente de ello. Hazte un regalo, y cogételo ya. Y pon en práctica su proceso de reconstrucción, al fin y al cabo, creéme que no hay tanta diferencia:
Si lo sabes leer bien, si has entendido algo de este texto, si te acercas desde la curiosidad al libro, cualquier atisbo de pobrecito o de eso a mi no me va a pasar se alejará de tu cabeza inmediatamente. Todas las variedades de esperanza, ilusión, fuerza e inspiración, se unirán a ti.
“Volverme loco es lo mejor que me ha pasado en la vida”, repite el autor una y otra vez.
Cuando tocas fondo, empieza lo duro. Pero cuando avanzas en ese camino, empieza tu libertad. Y, echas la vista atrás, y ves que aquello tan horrible, empieza a ser el punto de partida. Y ahora eres libre, porque ahora pones tú la voz, porque cuando ya no queda nada, entonces sólo quedas tú. Y tu capacidad para escoger las voces que quieres oír, es infinita.
Conforme lo iba leyendo, repensé una y otra vez en ser consciente de las voces que quieros escuchar dentro de mi. Y en qué acciones son las que quiero llevar a cabo para mantenerme en cierto estado de bienestar y equilibrio. Y, ahora, mientras escribo este post, garabateo en mi libreta alguna de esas voces. Porque no quiero que se vayan.
Sigamos atentos a las señales.
Punto para los locos.
Buah, increíble.
NOTA 3: Ana Reyes, como reina absoluta del podcast, me regaló el audio libro. Y entonces fue como tener a Angel en mi coche contándomelo. A mi. Y es un regalo (añadido) así que tienes que comprarte el libro en papel, y luego que te lo cuente él (porque no te lo lee, te lo cuenta. Solo a ti)