La gestión de tu talento. El título de un post más feo jamás escrito.
La gestión de tu talento, madre mía, me he lucido. Pero es imprescindible pasar por aquí. Lo siento.
Vamos allá…
Yo tenía un trabajo normal. Incluso algún trabajo cutre.
Y ahora no.
Recibía un salario normal (yo lo consideraba bajo pero probablemente era más que suficiente para quién me lo pagaba)
Ahora no. Ahora recibo mucho más.
Yo trabajaba muchas horas.
Ahora no. Ahora trabajo mucho más.
A ver si te vas a pensar que es todo bueno.
Lo que está claro es que en términos generales, ahora me va “profesionalmente” cuantativa y cualitativamente mucho mejor que hace 10 años. Y no ha sido azar. Ni golpe de suerte. Ni el Universo confabulando en mi favor.
Oye, y tú ¿cómo lo hiciste?
Sé que está mal visto decir que te va mejor y precisamente por eso lo digo. Y peor visto aún decir que es por tu esfuerzo en hacer cosas que no todo el mundo hace y no quitarte mérito con factores externos. Lo digo por eso y porque los demás también me lo dicen. Y porque es una de las preguntas que recibo con más frecuencia de mis clientes y también de mis alumnos…. “oye, ¿y tú cómo lo hiciste?”
Y también porque estoy harta de escucharte a ti quitándote mérito. Ya está bien…
Este post me ha salido (como todos) de conversaciones. De conversaciones recientes que he tenido en torno a crecer profesionalmente y los factores relacionados con el talento que más inciden. Concretamente me intercambié mensajes con dos personas que me conocen desde el año 2005 muy de cerca y en ese contexto profesional. Tan de cerca que una era mi jefa (María Covadonga, cuánto me enseñaste de tratar personas, de hacerlas sentir bien y de ayudar a que alguien saque todo su potencial y qué agradecida te estoy) y otra mi compañera Eva (las risas que esa mujer y yo pasamos cuando nos entendimos se quedarán para la historia de mi vida, de las mujeres más brillantes intelectualmente que conozco)
Muy en resumen…
¿Antes tenía talento? Sí.
¿Ahora lo tengo? Sí.
Nunca fui Einstein vaya, ni antes ni ahora. Puntos fuertes y cosas que se me dan muy bien, otras que no tanto y otras que ¡madre mía!… Como todo hijo de vecino.
¿Cuál es la diferencia entonces?
Todas las competencias que puse en acción para encargarme de gestionar mi propio talento.
Aprender, incorporar, atreverme a probar, mejorar y volver a hacer mil cosas diferentes para gestionar, sacar partido, lucir, comunicar, innovar y crear con mi talento.
Esto se aprende, se entrena, se observa a otros hacerlo, se trabaja derribando todas las creencias habidas y por haber que te gritan que tú no vas a poder, que eso es para otros. Se sigue probando, se sigue creciendo y se sigue pasando a la acción. Hormiga, paso a paso, pico y pala, pim pum a tu caminito y sin parar. Y un día, como consecuencia de ese proceso, los resultados van llegando. Y si continúas por ese camino de la acción, te mantienes.
Todas tus dudas sobre por qué a unos tienen mejores oportunidades que otros, porque unos se estancan y otros no, van a tener que pasar por este punto.
Habrá mil factores más pero si quieres centrarte en aquello en los que realmente tu puedes tener capacidad de maniobra, tienes que pasar por aquí: por los que están relacionados con la gestión de tu talento.
A todos y cada uno de esos clientes y alumnos con los que he tenido el lujo de trabajar les he dicho antes de contar mis batallitas algo parecido a esto: “no es suficiente con tener talento. Y esta es la primera premisa con la que tienes que lidiar”.
De hecho, y aquí va la parte que de inicio perciben como más injusta, continúo diciendo que puede darse el caso de que personas con el “mismo talento” que ellos, e incluso con menos, obtengan mejores resultados precisamente porque han activado competencias de gestión de su propio talento.
Así que, la mala noticia es que tu talento es condición necesaria pero no suficiente.
Tener talento y cultivarlo es solo el primer paso. La buena noticia es que puedes entrenar competencias para gestionar tu propio talento.
Todo lo que recojo en mi libro Pon tu talento en Acción son, en realidad, medios para entrenar y mejorar en competencias relacionadas con la gestión de tu propio talento.
Competencias a elevar (todo lo que puedas) para la gestión de tu talento
Solo para ir empezando tienes que, ineludiblemente, trabajar en todas estas (todas es todas):
- Dirección: Visión empresarial de tu talento y de lo que puedes hacer con él. Es decir, con lo que haces hay unas personas que se benefician y que están dispuestas a pagar por ello. Ya está, hay negocio. Pues entonces tienes que aprender a desarrollar esa visión empresarial. Y no conozco yo ninguna visión empresarial cuya filosofía se base en “si me quieren que vengan a buscarme”. Si no te pones manos a la obra a desarrollar esto, olvídate de gestionar tu talento. A mi me ayudaron infinito en Oviedo Emprende.
- Ejecución: Si ahora estoy consiguiendo esto, qué plan de acción voy a acometer para conseguir mi siguiente meta. Pensar, en definitiva, pensar qué hacer para conseguir lo que queremos. Y hacerlo.
- Producción: Tienes un producto en el momento en el que por hacer algo, alguien está dispuesto a pagarte (una nómina o una factura, recuerda que es indiferente) Parte de tu trabajo es pensar en qué más productos tienes que diseñar para diversificar (y ser más sostenible), para especializarte (ser referencia en aquello que mejor se te da) y para innovar (y no quedarte en el camino viviendo de las rentas)
- Branding, Marketing y Ventas. Las tres. Métele caña e intensidad en función de gustos, pero tienes que tener de las tres. Hablar de los resultados y los beneficios que ocasiona tu talento. No es presuntuoso, no es vanidoso. Con lo que haces, alguien se beneficia. Cuentáselo. Yo no vendo, trabajo duro para que me vean y compren lo que hago. Puedes escoger vender y entonces trabajarás duro para generar entrevistas de trabajo y reuniones comerciales. Me da igual. Escoge lo que más te guste, pero si no mejoras en tu capacidad para acercar tu producto a las personas que lo necesitan, olvídate.
- Finanzas: El dinero es la consecuencia de hacerlo muy bien. Aprender a relacionarte con él, a marcarte objetivos financieros mes a mes y supervisar que estás llegando a ellos te garantiza que alcances un nivel de facturación adecuado a la vida que quieras vivir. Cuando trabajas por cuenta ajena tienes menos margen de maniobra, pero si no es suficiente tienes urgencia por generar un cambio que te permita incrementar tus ingresos. Si no trabajas con tu dinero, con tus precios, con tu rentabilidad, con tus facturas y en tener una mínima idea de cómo se gestiona todo esto, olvídate. Si no crees en el valor que lo haces aporta a los demás, no lo comunicas y no le pones precio, ¿quién lo va a hacer?
- Persona (tú): Crecer como profesional implica crecer como persona. No te cabe dentro el profesional que quieres llegar a ser si no derribas muchos muros de tus creencias, de tus prejuicios, de tu conocimiento, de tu visión, de tu potencial para que te quepa dentro todo lo que necesitas para darte a los demás y a darle sentido a tu propósito.
- Personas (los demás): De nada sirve que crezcas como profesional si te dejas atrás a las personas. Si te olvidas de lo que te impulsó en su momento a impulsar tu cambio, si te olvidas de quién estuvo en tus inicios, de las personas que confiaron en ti cuando ni tu mismo te lo creías y de los que estuvieron ahí desde siempre. Cuando dudes, vuelve a tu raíz, escucha lo que te tengan que decir, ayuda, da la mano a quién está subiendo y recuerda siempre que la fórmula infalible para brillar es que te conviertas en alguien capaz de hacer brillar a los demás. A los que te compran, a los que te suministran, a los que comparten propósito contigo, a los que te apoyan en tu camino. A todos.
Hay más
Y el jueves te cuento (más en petit comité y solo si sé seguro que te interesa ir un poco más al fondo de la cuestión) qué factores individuales más allá del entrenamiento en estas competencias que te acabo de contar (a toda la fuerza e intensidad que he podido, eso sí) me han permitido lograr mis resultados.
Te adelanto que no va a ser un listado de bondades y maravillas variadas, son aspectos que tú también tienes y que tienes que aprender a identificar y a contarte para ponerlos a trabajar a tu favor. Por eso, sobre todo, lo que quiero es que me cuentes tú. Empiezo yo por aquello de predicar con el ejemplo, pero quiero que te dediques un tiempo para contarme “lo güeno” de lo que hiciste con tu talento para sacarle más partido y si te apetece desfogar y contarme lo malo y lo que te falta, pues bienvenido será también (recuerda que en mi newsletter estamos en la trastienda)
Ya veremos que se me ocurre hacer con las conclusiones que saque de vuestras respuestas.
Te llega este jueves si te inscribes a mis desahogos privados en Desde la Trastienda…
En la era del feminismo queda fatal hablar de la historia de Mujercitas. Pero lo que acabo de leer en mi correo me recuerda mucho a la hermana escritora, en su primera aventura literaria echan por tierra su sueño y le dan un consejo, que escriba sobre aquello que conoce. Hoy me has recordado que cuando se escribe o habla desde lo que se conoce, las palabras y las ideas fluyen de forma que cualquiera puede entender, aunque no tenga las mismas vivencias. Ni por asomo.
Yo no he conseguido nada y lo he conseguido todo, continúo camino. Mi ruptura fue por SALUD y el único apoyo que necesitaba era el de mi pareja y supo y sabe estar a la altura de las circunstancias. Así que soy una privilegiada cincuentona que intenta abrirse camino en una profesión que nada tiene que ver con aquello que un día pensé que haría.
Curiosamente te descubrí en Facebook al mismo tiempo que se produjo mi catarsis, a veces me lees el pensamiento, a veces me mimas y otras me metes caña ( yo siempre imagino que me hablas directamente a mí, sin conocerme de nada), quizá llegué tarde y mi cabeza no se ha recuperado del todo…jajaja
Ten por seguro que te hablo a ti, jajaajaj lo juro. Yo me concentro en escribir imaginándome hablándote a lo que sé que sientes, a lo que sé que a veces piensas y a las consecuencias de lo que a veces haces (y también hay mucho de mi, claro) ¿Y sabes qué? Que nos parecemos infinitamente más de lo que pensamos, así que ten por seguro que (en lo importante) te hablo a ti. Gracias por compartirlo conmigo y enhorabuena por tu salud, por el equipo que haces con tu marido y gracias de corazón por compartirlo conmigo.