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No me digas que tú también captas y retienes a tu talento

El lenguaje crea realidades. La elección que hacemos de las palabras determina en muy buena medida la forma en la que nos enfrentamos a nuestro día a día. En mi anterior artículo Yo no me vendo y espero que tú tampoco lo puse de manifiesto. Y a juzgar por la tremenda repercusión que ha tenido esta entrada, para ti también es especialmente importante.

Pues bien, qué negro sigue siendo en el área de desarrollo de personas. En el más importante de la organización. Recuerda que sin personas, tu empresa y tú no sois nada.

Te voy a contar lo que leo y oigo en esta área y unas reflexiones que se me vienen de forma recurrente a la cabeza últimamente y que quiero compartir contigo al respecto:

Captación de talento

En serio, hablar de captación de clientes, alumn@s, profesionales ¿te suena bien? Y decirlo y escribirlo y quedarnos tan anchos… Piénsalo bien… captación ¿a qué te suena? Si tu empresa no se llama “Sendero de la Luz, S.A”, mejor déjalo estar.

¿Verdad que queda mejor atraer talento? Que venga por si mismo, porque lo que le ofrecemos es muy atractivo para él, porque frente a todos los demás nos escoge a nosotros. Piensátelo la próxima vez que quieras echarle el lazo a alguien 😉

Reclutamiento

Al más puro estilo militar. De ahí viene de hecho. Y poco se parecen ya nuestras modernas empresas repletas de futbolines, fruta fresca y masajistas (nótese la ironía) al Ejército ¿verdad? Con todo mi respeto a esta institución, vaya por delante. Para nuestras organizaciones, creo que nos es más recomendable apostar por identificar el talento. Por reconocerlo ahora que ya el “sota, caballo y rey” no es suficiente.

Ahora que la suma de carrera más máster no nos vale, ahora que no hay formación reglada para las funciones que necesitas en tu empresa. Dedícate a vislumbrar talento allí donde lo intuyas y aprender a preguntar para ver qué competencias tiene y preocúpate, en última instancia, de acompañar en el proceso de desarrollo de esa persona dentro de tu organización (para tu bien y el de tu ansiada…retención*) Tiene tela hablar de retención. Tela.

*Retención de talento

Una vez que ya te tengo en mis redes… ¡zas! Aquí te quedas. Voy a sentarme en mi despacho para elaborar artimañas y lograr retenerte. Contra tu voluntad (o no) pero sólo por el mero hecho de que una vez me dijiste que sí. Y has firmado un contrato. Para mi y para siempre. O hasta que a mi me vengan mal dadas y tenga que hacer reestructuración (mira como aquí si que somos más cuidadosos con las palabras que escogemos)

Hablemos de fidelización y hagamos que nuestras personas (esas que tienen el talento y las competencias que necesitamos)  deseen de corazón estar con nosotros, por lo que somos, por lo que decimos y por lo que hacemos. Sobre todo por lo que hacemos.

Selección

En la misma línea, seguir hablando de selección de personal (personal, así tan im-personal) en plena guerra de talento* me parece inapropiado. Más que nada porque ya no eres tú el que seleccionas. El talento que necesitas para que tu organización sobrevive te elige a ti ¿aún no eres consciente de esto? Mientras sigas racaneando en talento, poniendo zancadillas al desarrollo del que ya tienes o incluso asfixiándolo, olvídate de tener el talento adecuado. Y, por supuesto, despídete de tus planes estratégicos de crecimiento.

Trabaja duro para que te elijan. Por tu bien.

*Guerra de talento

Déjate de guerras y de estrategias para robar el talento del vecino. Céntrate en qué el valor que aportas sea tan tan atractivo que no se puedan resistir a ti. Y te elijan. El talento, para que fluya, para se ponga en acción, para que se entregue a ti, no debe entender de trofeos ni de premios que se evaporan a la primera sacudida de realidad que les golpea en la cara.

Aporta valor. Identifica y crea espacios para que tu talento crezca. Sólo eso. Todo eso.

Candidatos

No le veo el punto peyorativo a esta palabra, la verdad. Pero si quiero hacer una reflexión contigo. Ellos son candidatos a entrar en nuestra empresa y viceversa. Nosotros como empresa, somos candidatos a ser elegidos por ellos. Como este último punto no está del todo claro aún ¿Qué tal si los llamamos profesionales, sin más? En este punto, tal vez esté siendo excesivamente tiquisimiquis. Pero yo voy eliminando de mi vocabulario cada vez más éste término.

Subordinados, jefazos y demás.

Si entendemos que para aportar el valor y el servicio que ofertamos como empresa necesitamos de todos y cada uno de los profesionales que prestan su talento, sus competencias, sus ganas y su tiempo ¿qué más da la posición que ocupen? Todos son miembros de tu equipo. Y si vamos a un modelo ágil de organización en el que los roles se desdibujan y en función del proyecto líderes y equipo alternan posiciones, que sentido tiene seguir hablando de mandos, jefes, jefazos de moqueta, subordinados. ¿Dejamos ya de jugar a indios y vaqueros y nos centramos en aportar valor para conseguir un objetivo común?

Recursos Humanos

Departamento de Personal (aún hay empresas que lo siguen llamando así, créeme que las he visto) y en el mejor de los casos Recursos Humanos. Puedes imaginar por el tono del post mi opinión acerca de este término ¿verdad? Pues bien, por aquello de la presión grupal (y del SEO) y que mis clientes me entiendan… en las biografías de mis redes sociales podrás encontrarme con estas iniciales (RRHH). Acompañado de un hermoso: “personas”, eso sí. Que nunca le demos la espalda a nuestros valores. Pero me gusta mucho hablar de Desarrollo de Personas. Esa es nuestra función en las organizaciones. No tiene sentido poner en contraposición a los recursos económicos y a los humanos. Sin los últimos no hay nada. Y los humanos no son recursos. Los humanos son personas. No puedo ser más clara.

Hay más, muchas más. De hecho te invito a que me hagas llegar más términos en esta línea que a ti te empiecen a chirriar ya.

Y, por supuesto, te invito a que hagamos juntos el cambio.

Pero lo que de verdad quiero, por encima de todo, es que cambiemos nuestras creencias. Que les demos una sacudida a nuestros pensamientos. Sólo así cambia nuestro lenguaje. Sólo así empezamos a ser conscientes de la importancia de las palabras.

Solo cuando seamos capaces de entender que nuestra posición de superioridad como empresa ha finalizado para siempre y que ahora estamos en una bonita relación de igualdad. En la que nosotros tenemos el dinero (llámalo trabajo) y ellos tienen el talento. Y en la que a los dos nos interesa llevarnos bien. Muy bien.

Hay mucho por hacer, mucho por transformar y más por innovar ¿empezamos por el principio? ¿qué más palabras han caducado cuando hablamos de la persona dentro de la organización?